martes, 1 de enero de 2008

Reflexiones

UNA EDUCACION PERTINENTE

Jorge Meléndrez

Hace algún tiempo, participé en una reunión oficial donde se planteó la necesidad de establecer e iniciar, de manera urgente, un sistema de planeación para la educación superior en el estado de Sinaloa, México, donde todos quienes ahí participamos, estuvimos de acuerdo en lo sustantivo aunque se establecieron algunas diferencias de método y de enfoque.

Estuvimos de acuerdo en que el proceso de planeación debe darse bajo una metodología sistémica, ya que a la educación superior, concurren múltiples factores que deben ser analizados como un todo, así como también, con las particularidades que cada uno de estos factores implican. Esto quiere decir que el problema es en sí complejo y como tal, debe analizarse dentro de este nuevo paradigma de pensamiento.

Estuvimos de acuerdo además, de que es necesario planearnos escenarios futuros del como debe ser la educación superior que deseamos sobre todo, en que tipo de sinaloense queremos educar en los años del 2015 y 2025. Fue en este punto donde insistimos en el hecho de que además de planear la educación superior del futuro, debemos preocuparnos por la clase de educación que debemos darle a nuestros niños y jóvenes que hoy inician su educación básica, pues son ellos quienes demandará la educación superior en esos años. Es decir, antes de planear bajo la premisa de que educación superior queremos o requerimos, debemos preguntarnos que tipo de sinaloense deseamos que reciba esa educación superior a la que aspiramos.

Creo que la gran mayoría de los mexicanos, sobre todo quienes nos hemos dado a la tarea de educar, sabemos que los problemas fundamentales de la educación son conocidos de sobra, sobre todo en el hecho de que existe una baja calidad de la educación básica, que se extiende incluso hasta la media superior. Hay consenso además, en el hecho de que esta baja calidad es un problema complejo cuya solución implica atender simultáneamente varios factores, entre los cuales podemos señalar algunos de carácter objetivo como son: la formación de los docentes, los métodos de enseñanza-aprendizaje, el currículum, la gestión educativa, la normatividad, la infraestructura básica, la participación ciudadana, las condiciones socioeconómicas del país, entre otros, y los subjetivos pero no menos importantes, como la actitud de los profesores a la hora de enseñar, la permisibilidad de las familias, la irresponsabilidad oficial en el manejo presupuestal, la pérdida de valores esenciales de tipo histórico-cultural, la influencia de los medios por mencionar los más importantes.

En otro contexto, algunas horas después de la reunión antes señalada, tuve la oportunidad de platicar con varios buenos amigos, donde en amena charla, uno de ellos de profesión arquitecto dijo, palabras más palabras menos, que ya no es posible seguir formando más arquitectos, ingenieros, economistas, contadores, abogados, administradores etc. etc., sino que lo que las universidades debíamos formar era más técnicos y mano de obra calificada, pues estábamos formando desempleados o subempleados en actividades como taxistas, tal como actualmente sucede en Europa, dijo, donde postgraduados universitarios se dedican a esta actividad.

En esta charla, surgieron varias opiniones, siendo la nuestra de que no son el tipo de carreras profesionales las que sobran, sino que el problema debemos enfocarlo en las asimetrías que ha propiciado nuestro sistema económico establecido, que no ha podido generar más empleos, ni propiciar la inversión productiva en las áreas de transformación; que no ha sabido aprovechar las ventajas competitivas de las distintas regiones del país, y que en suma, ha generado más pobreza para las grandes mayorías de mexicanos y mayores beneficios para grupos elite de la población.

En síntesis, debemos dejar de hablar de eficacia, eficiencia, equidad y relevancia como criterios de calidad en el plano "macro"; y aceptar que, finalmente, la calidad de la educación inicia en el plano "micro", es decir, en el aula de clase, en la interacción personal profesor-alumno, y es en este plano donde cabe preguntarse si no será necesario abordar este asunto desde una perspectiva más humana que aquella que enfatiza preocuparse por preparar productos para el mercado. ¿No será pertinente un enfoque de calidad educativa que considere nuestras experiencias personales y sobre todo, la educación en valores y calidad de vida? ¿Y usted, que opina? JM Desde la Universidad de San Miguel
udesmrector@gmail.com

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