viernes, 29 de febrero de 2008

Reflexiones

NUESTRAS VOCES INTERNAS

Jorge Meléndrez

Los seres humanos somos sociables por naturaleza y por lo mismo nos pasamos la vida tomando decisiones sobre todo aquello que nos compete hacer, ya sea a favor nuestro o de los demás. Estas decisiones son tomadas, por lo general, previamente meditadas, por impulsos intuitivos o simplemente al azar. Cualquiera de estas formas de actuar, nos lleva siempre a resultados que nos satisfacen y aceptamos aunque sea de mala gana, o bien, las rechazamos totalmente. Así es como actuamos, en ciertas circunstancias somos muy racionales, y en otras tantas nos dejamos llevar por nuestras emociones o estados de ánimo.

Para que podamos obtener los resultados previstos para nuestra vida, debemos de estar muy atentos en la forma como actuamos ante diversas circunstancias que se nos presentan, siguiendo pequeñas reglas que nos dicta nuestra conciencia moral, y tratando a los demás como nos gustaría a nosotros ser tratados. Una regla simple pero siempre efectiva.

Debemos estar atentos también, al hecho de que debemos aprender a escuchar la voz de nuestra conciencia, pues el fin y al cabo, es nuestro más severo juez al momento de valorar los resultados obtenidos.

De acuerdo a algunos estudiosos de esta condición humana, la conciencia es la noción que tenemos los seres humanos de las sensaciones, pensamientos y sentimientos que se experimentamos en un momento determinado. Es algo así como la comprensión del ambiente que nos rodea y del mundo interno de los demás. Nuestra conciencia esta matizada con nuestras emociones y por lo mismo, debemos actuar en concordancia sin violentar nunca el derecho de los demás, con el fin de no actuar de manera irreflexiva o haciendo daño aún de manera involuntaria.

Algunos autores consideran que existen numerosos mitos sobre las emociones, siendo uno de ellos el que son de carácter irracional y que por lo mismo, no pueden ser meditadas y argumentadas de acuerdo a la razón o mediante la inteligencia. Estos mismos autores ubican los impulsos emocionales en órganos como el corazón o el estómago, por ser donde se perciben los efectos de las mismas ante determinadas circunstancias, sin embargo, muchos otros estudiosos como Richard Lazarus, por ejemplo (Pasión y Razón, Editorial Paidos, Año 2000), señalan que las emociones van de la mano con la inteligencia y la racionalidad, por la cual, los seres humanos son los únicos seres de la creación conscientes de su destino y que además, perciben de manera muy especial, las dimensiones del tiempo, como el solo por hoy, el ayer y lo que vendrá.

Nuestras emociones son respuestas racionales a determinadas circunstancias que se nos presentan en la vida cotidiana y de igual manera, por lo general, son impulsos que generamos de acuerdo a patrones de conducta aprehendidos desde nuestra infancia y asimilados a nuestro carácter en la edad adulta. De hecho, podemos aprender mucho sobre nosotros mismos, si somos capaces de poner atención a nuestras emociones, y lo debemos hacer, sobre todo, por el simple hecho de que al entenderlas cabalmente, estaremos en condiciones de adquirir cierto control sobre ellas, en especial aquellas que nos angustian y perturban nuestras relaciones laborales o familiares.

Debemos estar atentos a las voces que se generan en nuestro interior cuando nos encontramos ante determinadas circunstancias, voces que por lo general nos dicta nuestra conciencia como si fuesen emanadas de ángeles que buscan y procuran nuestro bien, o malvados diablillos que buscan desestabilizarnos pretendiendo que tomemos malas decisiones. No en vano el libro sagrado nos enseña que el maligno nos presenta siempre el camino amplio y el sendero lleno de luces de fantasía donde la recompensa son el placer y las cosas vanas de la vida, en cambio, Jesús siempre nos habló del camino angosto y lleno de sacrificios. En algún otro pasaje, nos habla también de que Jesús, nos guarda siempre el mejor vino para el final de la fiesta, en tanto que el maligno nos habla a nuestra conciencia regalándonos el mejor vino de las mejores uvas que nos llevan a la amargura existencial.

Si no estamos preparados para interpretar los mensajes que nos llegan como veces internas de nuestra conciencia, nos pasaremos la vida cometiendo siempre los mismos errores y nuestro crecimiento espiritual será nulo.

La conciencia es el mejor lugar de encuentro que tiene el hombre consigo mismo, y más aún, el núcleo más secreto e íntimo, donde establece su lugar de encuentro con Dios. ¿Y tú, ya aprendiste a identificar las veces internas de tú conciencia? JM Desde la Universidad de San Miguel.
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