viernes, 30 de mayo de 2008

Reflexiones

LA EDUCACION, UN PUENTE QUE HACE LA DIFERENCIA

Jorge Meléndrez

En la historia de la humanidad, son muchos los autores que han acuñado definiciones de lo que es la educación, las cuales hacen énfasis en diferentes conceptos como son el desarrollo de las facultades intelectuales, la transmisión de valores culturales, el perfeccionamiento del ser humano, el cultivo de todas las facultades y la motivación hacia la creatividad, entre otros.

En nuestro país, la Ley General de Educación, en su artículo segundo establece que la educación “…es un proceso permanente que contribuye al desarrollo del individuo y a la transformación de la sociedad, y es factor determinante en la adquisición de conocimientos para formar al hombre de manera que tenga sentido de solidaridad social”. Esta definición, tiene un sustento histórico filosófico de muchos pensadores que desde el siglo XVII, han influido en el desarrollo del propio ser humano. Veamos solo algunos.

Juan Jacobo Rousseau (1712-1788) planteaba que el ser humano posee la capacidad de aprender a través de la experiencia y que la educación es el instrumento mediante el cual puede desarrollar todas las facultades que posee. Por esta razón, Rousseau concebía a la educación como un proceso continuo que empieza desde el nacimiento y sigue el desarrollo natural de las facultades latentes del ser humano como son la sensación, la memoria y la comprensión, por lo que proponía una educación que tomara como punto de partida la naturaleza humana. El ser humano debe descubrir por sí mismo las presiones del ambiente, y en este proceso, el rol del educador será exclusivamente el de propiciar ambientes naturales en los que pueda darse este aprendizaje.

Para el filósofo Emmanuel Kant (1724-1804) por ejemplo, el ser humano obtiene esta categoría exclusivamente por la educación. El ser humano necesita educarse, debe recibir instrucción y disciplinarse para enfrentar las presiones del ambiente; los animales no lo requieren ya que se defienden por instinto. De esta manera, encontramos que la instrucción es la idea central del esquema general del proceso educativo para Kant.

Augusto Comte (1798-1814) y Emilio Durkheim, (1858-1917) filósofos de la corriente positivista, coinciden en señalar que la educación es “…la acción ejercida por los adultos que tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que le exige el medio al que está particularmente destinado”. En esta definición se manifiesta un proceso de elaboración de una propuesta ideológica que considera que el fin de la educación es formar al ser humano para su vida futura con valores tales como el orden y el progreso. Esta concepción contempla también la necesidad e interés de los grupos humanos por su conservación y preservación.

John Dewey (1859-1952) es otro filósofo que dejó huella en la teoría educativa, ya que sus principios filosóficos proponían que la educación no debía ser exclusivamente una preparación para la vida futura, sino que debía proporcionar elementos para la realización cotidiana del individuo. Su trabajo y sus escritos influyeron significativamente en los profundos cambios experimentados en la pedagogía mundial en los inicios del siglo XX, manifestados en el cambio del énfasis de lo institucional y burocratizado a la realidad personal del alumno, esforzándose en demostrar cómo este planteamiento práctico puede actuar en los asuntos de la vida diaria.

A manera de ejemplo hemos expuesto parte de las ideas de estos pensadores filósofos educadores, de las que podemos destacar que en efecto, la educación es un puente que hace la diferencia entre un individuo que piensa y actúa con relación al bien común respecto a quienes se quedan en el estadio del barbarismo y la falta del orden en sus conductas y actitudes. En este sentido, un pueblo educado es un pueblo que socialmente tiende a ser una sociedad colaborativa y solidaria.

Como colofón, podemos decir que el ser humano es el único ser vivo sobre el planeta que tiene la necesidad de aprender conductas instintivas, ya la mayoría de las especies animales nacen con un conjunto de patrones de conducta que les permiten sobrevivir con poca ayuda de sus progenitores. El ser humano, derivado de su actitud gregaria, requiere de los otros para su propio desarrollo fisco y emocional y el mejor medio para lograrlo es la educación, por la cual recibimos de los demás, criterios que nos permiten interaccionar con el mundo y enseñanzas como costumbres, valores, actitudes, formas de sentir, entre otros aspectos que nos hace diferentes. JM Desde la Universidad de San Miguel.

udesmrector@gmail.com

lunes, 26 de mayo de 2008

Reflexiones

UNA VIDA CON PROPÓSITO, ES UNA VIDA EN LIBERTAD

Jorge Meléndrez


La libertad es un valor supremo que el ser humano debe cuidar tanto como su propia vida, ya que una vida sin libertad es una vida sin destino. En efecto, cuantos individuos van por la vida sin saber a ciencia cierta cual es la razón de su existencia e incluso, sin siquiera alcanzar a preguntarse a si mismos cual será acaso su propósito en la vida.

Este tipo de personas no tienen un destino fijo, pues tampoco saben a donde van ni cual es su misión en la vida, por lo que muchas veces es mejor decirles que se queden inmóviles, parados ahí en cualquier lugar, pues su angustia será menor a que si vagan por el mundo sin saber a donde ir.

A Séneca se le atribuye la frase que dice: “No hay viento favorable para quién no sabe a donde ir”, a Thomas Carlyle la que dice: “El hombre sin propósito es como un barco sin timón, un soplo, nada, nadie” y por su parte, a Sócrates se le atribuye también la que dice: “Conócete a ti mismo” (nosce te ipsum), aunque algunos filósofos historiadores señalan que esta es inscripción, fue puesta por los siete sabios en el frontispicio del templo de Delfos de la antigua Grecia. En cualquiera de los casos, se confirma que quién no sabe a donde ir, seguramente acabará en cualquier parte, y esto en verdad, es la acción del hombre en ejercicio de su libertad pero sin destino manifiesto, lo que equivale a decir a una vida desperdiciada.

Por lo anterior, podemos darnos cuenta que este es un problema existencial del ser humano desde hace cientos de años, pues es menester conocerse a si mismo, saber cuales son las fortalezas y los talentos con que contamos para luego definir, a ciencia cierta, que es lo queremos ser en nuestra vida adulta y como orientar nuestra vida.

Incluso, profundizando un poco más en este pensamiento que tiene que ver con nuestro plan de vida personal, tendríamos que aceptar que desde el punto de vista de la espiritualidad del hombre, no nos es dable conocer cual es nuestro propósito de vida, por el simple hecho que nuestro enfoque al preguntarlo es eminentemente egoísta, pues la hacemos partiendo de nosotros mismos, cuando en realidad debiéramos partir del propósito de nuestro supremo creador, por lo que entonces la pregunta debiera ser: ¿Qué quiere Dios de mi?, o bien, ¿Cuál fue el propósito de Dios al darme la vida?

Son muchos los rincones bíblicos que nos hablan de la verdad de este enfoque, como podemos ver en Colosenses 1:16, que a la letra dice: “Por que en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”

Por todo lo anterior, un hombre que sabe a donde va, que tiene una meta de vida y un propósito definido, es por que sabe a ciencia cierta lo que Dios quiere de él, que fue dotado con vida y talentos para ser utilizados en ese propósito divino que nos fue marcado desde antes de nuestro propio nacimiento a la vida, por el simple hecho de que Él sabía de nosotros aún antes de nuestra existencia a través del soplo divino.

Esta clase de hombres saben que han nacido para llevar a cabo grandes acciones y por lo mismo, ejercen si libertad de manera plena sirviendo a los propósitos de Dios. Son personas que trascienden la vida terrenal para escribir en su agenda diaria, propósitos de Dios en servicio hacia los demás, son en esencia, personas seguras de si mismas y sin temor a la vida, pues saben que no actúan bajo sus propios principios ni para su propio beneficio, sino en función de lo que Dios quiere de ellos.

La mediocridad no es palabra de su vocabulario, pues su grandeza se mide en función de la trascendencia de sus actos en favor de los demás. Son hombres de carne y hueso, sencillos en su actuar y humildes en su vivir, no buscan los reflectores ni las alabanzas, sino solo la satisfacción de servir.

El solo hecho de conocer el propósito de Dios en ellos, les da un sentido especial a sus vidas, lo que les permite la fortaleza de caminar siempre hacia adelante y con la frente en alto. No importa cuando hayan sufrido y batallado para encontrar su misión de vida, no importa si han tocado los más oscuros fondos, ni cuanto tiempo hayan tardado en darse cuenta, lo importante es que ahora conocen la frase mágica del “Solo por hoy” y se dedican a compartir su secreto de vida con sus semejantes, ayudándolos a encontrar y a descubrir en ellos mismos lo que Dios quiere de ellos. Yo los felicito a todos ellos, y en especial a quien ayer, 23 de Mayo, cumplió un año de vida nueva en libertad, una vida nueva con propósito divino. ¡Felicidades de todo corazón! JM. Desde la Universidad de San Miguel.

udesmrector@gmail.com