viernes, 4 de enero de 2008

Reflexiones

EL AMOR ES UN VERBO

Jorge MELÉNDREZ

En realidad la palabra “amor” es un sustantivo derivado del verbo “amar”, pero por significar la acción del verbo, debemos tratarlo como tal con el fin de aprender a conjugarlo de manera más efectiva.

Amar con profundidad, con seriedad y de manera incondicional, es un acto que requiere de un profundo compromiso, pues de lo contrario, corremos el riesgo de entregar nuestros afanes de manera equivocada. Amar entonces no es solo una virtud emocional, sino también un verbo que refleja una acción reflexiva.

Amar, es un verbo cuya acción presupone la realización de acto humano puramente reflexivo y lejos de aprender a conjugarlo sabiamente, lo hemos convertido en un acto instintivo, pues lo hemos confundido con la satisfacción de los sentidos.

Los seres humanos debemos de aprender a conjugar el verbo “amar”, otorgándole a cada condición y situación que vivimos su justa dimensión, pues la mayor parte de las veces lo hacemos de manera irreflexiva. Así somos, por lo general, pasamos por la vida viviendo el presente sin preocuparnos del futuro y añorando el pasado, por ello es que nos dejamos llevar por los instintos en lugar de hacerlo por los sentidos y la fe en Dios.

El amor debe ser acción, debemos incorporarlo a nuestra vida diaria. Hacer algo por una persona amada es maravilloso, pero, el verdadero significado del verbo es conjugarlo en la amabilidad y el amor con todos aquellos que están cerca de nosotros en el día a día.

El verdadero amor debe hacer que seamos amables y agradecidos en nuestras relaciones con los demás. ¿Cuánto hace que no le das las gracias a tu pareja por su devoción diaria de llevar las riendas del hogar? O simplemente al jardinero que arregla las plantas del jardín de tu casa, o al señor que te entrega diariamente el periódico. Ellos nos ayudan a tener una vida menos complicada y son dignos de ser tratados con nobleza y respeto, dos ingredientes del amor. Cuando lo hagas, ellos se sentirán orgullosos y te prodigarán la reciprocidad del amor.

No hay mejor remedio para la vanidad que la gratitud, ni mejor vacuna contra el desinterés que el amor.

El amor en acción también es ternura. Debemos expresar nuestro amor hacia los otros con un trato considerado y cariñoso, decirles cuánto los queremos y los admiramos, pero con sinceridad. Es preciso aprender a ejercer el amor en todos los sentidos, nadie discute nunca la importancia de un abrazo, una sonrisa de aprobación o simplemente un fuerte apretón de manos.

El verbo amar es bello pero muchas veces nos quedamos con palabras como solidaridad, tolerancia entre otras y olvidamos conjugar el verbo original. El amor debe ser respeto, pues siempre es noble reconocer el valor de los demás como personas. Debemos hacer de nuestro mundo primero un lugar a salvo, un espacio de amor, y en consecuencia, vendrán el respeto, la tolerancia, la amabilidad, la consideración y la comprensión entre otras.

Sin amor nuestro mundo no tendría sentido, este verbo es el que mueve los mejores sentimientos del ser humano, el amor es el motor del mundo, pero hay que saber lo que o a quién ama y de lo que somos capaces de dar. Ahí entran en juego las capacidades del sacrificio, pues lo bueno que tiene el amor es que puede conjugarse de muchas maneras pero siempre hay que saber pronunciarlo. Aquí es donde entra también el recurso de la fe, por el nuevo mandamiento dado por Jesucristo antes de su calvario, “Amaos los unos a los otros.” JM Desde la Universidad de San Miguel.

udesmrector@gmail.com

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