miércoles, 2 de enero de 2008

Reflexiones

ACERCA DE LA TRISTEZA

Jorge MELÉNDREZ


Hablar de la tristeza es casi hablar de un pecado, pues si una de las metas del hombre en su vida es la búsqueda de la felicidad, podríamos decir que no se vale estar tristes. Esta retraza la felicidad buscada. La Tristeza debe verse como la ausencia de color en el alma, y así como el prisma descompone la luz, en siete colores inconfundibles, los colores del arco iris, cuando hay tristeza el ojo del ser humano sólo percibe el color gris, y en ocasiones, el negro, que es el color del pesimismo. Por ello es que pasar de la tristeza al pesimismo, es un paso muy pequeño. Existen señales claras de tristeza en el hombre; podemos decir que una de ellas es cuando se orienta al consumo masivo de bebidas embriagantes, como si este fuese el camino para vencer a la tristeza, y lo que se logra al final es caer en el pesimismo y de ahí, el paso siguiente, la depresión.

En el verano del año de 1987, escribí una pequeña poesía que hoy quiero regalarle a todos mis lectores de esta esquina reflexiva, pues me he dado cuenta que son muchas las personas que en la actualidad sienten una tristeza tan enorme que les lacera el alma. Dice así:

“La tristeza, esa fiel compañera de mi vida,/la que ha hecho que tenga en mi memoria,/ratos de amor, silencio y melancolía,/ la tristeza, esa fiel compañera de mi vida,/hoy se viste de luz frente al espejo,/pues quiere dejarme por siempre entre risas,/entre gritos de júbilo y sonora algarabía./No me dejes mujer, tristeza femenina,/tu eres parte de mis años, de mi vida,/¡No me abandones hoy que la alegría ronda en derredor de mi alma,/yo no quiero reír, ni de colores perfumar mi sino,/solo quiero ser yo, el siempre triste y de mirar sombrío,/quién en cada gota de amor tiene una lágrima escondida,/quién junto a la tristeza, fundida en un tú y yo, es felicidad y verdadera dicha,/Ambos, no escondemos amarguras, ni caretas dobles, ni risas fingidas ni eternas mentiras./Ambos tenemos una forma de amar, de ser, de realizarnos,/yo soy la forma y tú, tristeza el contenido,/ y así los dos fundidos en una sola lucha con firmeza de roca,/iremos siempre juntos en una trilogía, el hombre, su amor y la tristeza, la eterna compañera de la vida.”

Esta poesía refleja a la tristeza, como un estado de ánimo, por ello es frecuente encontrarla también en las historias de telenovela, La madre que llora la ausencia del hijo, el hijo que fue rechazado por el padre, la joven que fue engañada por el novio, y hasta los niños que se entristecen por los problemas de los adultos. Todo en la actualidad parece ser la “fiesta de la tristeza”, tanto que quién sonríe es un irresponsable. Las tendencias hacia la tristeza son notables.

En el mismo orden de ideas, cuenta una fábula que en cierta ocasión se encontraron dos gatos, uno triste y el otro alegre. El gato triste, giraba continuamente tratando en vano de agarrarse la cola por la sombra que proyectaba, siendo entonces cuando el gato alegre le preguntó: --¿Qué te ocurre, qué estás haciendo? ¿Por qué giras y giras? --¡Uff, uff, dijo el gato triste, es que estoy tratando de agarrarme la cola!, --¿Y para que quieres alcanzar tu cola?, preguntó un tanto extrañado el gato feliz. –Mira, si la alcanzo seré feliz, y ya casi la tengo. De pronto, el gato que estaba vuelta y vuelta, se detuvo por un momento para descansar, y viendo al otro gato le preguntó: --¿Cómo es que tú no persigues tu cola? Entonces el gato feliz sonrió y le dijo: --Alguna vez lo hice, cuando estaba insatisfecho conmigo mismo, pero un día descubrí que si caminaba, mi cola me seguía, así que dejé de dar vueltas tristemente; y desde entonces, me acompaña sin problemas a todos lados donde voy.

La lección de esta fábula consiste en que es posible encontrar una gran felicidad en las cosas más simples de la vida, en el reconocimiento gratuito de nuestras propias potencialidades de disfrute, en el reír junto a los demás, en identificarnos con alguno de los colores que componen el milagro de la luz, en cualquier cosa por intrascendente que parezca; por ello, no tratemos de perseguir a nuestra sombra, ella nos sigue cuando no le damos importancia. ¡Ah!, y recordemos siempre que la tristeza toma fuerzas cuando pecamos en ella! JM Desde la Universidad de San Miguel.
udesmrector@gmail.com

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