viernes, 1 de agosto de 2008

Reflexiones

SEMBRAR PENSAMIENTOS PARA COSECHAR UN CARÁCTER

Jorge MELÉNDREZ


Mucho se ha escrito acerca del carácter, sin embargo, el pensamiento que a mi juicio es el mas bello, sublime y completo, es el que a la letra dice: “Siembra pensamientos y cosecharas deseos, siembra deseos y recogerás acciones, siembra acciones y cosecharás costumbres, siembra costumbres y formaras un carácter.” (Anónimo)

Así es la dimensión de la educación del carácter, por ello es especialmente difícil, porque es algo que se fragua muy en el interior del alma del adolescente, hombre o mujer, además de que es una cuestión personalísima; tanto que resulta prácticamente imposible, definir con precisión en que consiste ser una persona con carácter.

Por lo general, decimos que tener carácter, "...es la adaptación firme de la voluntad en una dirección y sentido adecuado", o bien, entendemos que "...es la lealtad personal hacia nobles principios", o en otros casos, "...el modo de ser peculiar de cada persona por sus cualidades morales ", también, "... que se tiene firmeza de principios y que se actúa en consecuencia."

Hace mas de 2,500 años, Tales de Mileto, filósofo griego, escribió que "...lo mas difícil del mundo es conocerse a sí mismo, y la mas fácil de las acciones es hablar mal de los demás", por lo que quién tiene la capacidad de conocerse a sí mismo, pronto adquiere la capacidad de conocer a los demás, y esa es una cualidad que falta en muchos de los adultos de nuestra generación, que nos dedicamos a hablar y a criticar a los jóvenes por su manera de ser, de vestir y de comportarse, olvidando que cada generación adopta su propio esquema y patrón de valores; en tanto que los jóvenes, por su parte, también pretenden, escudados en su edad y nivel y grado de madurez, que los adultos permitan que rompan el "statu-quo" del deber ser de las cosas, situación en la que también están equivocados.

Este es uno de los aspectos mas difíciles para los seres humanos adultos, entender a los seres humanos jóvenes, sobre todo por el hecho de que la memoria se pierde con suma facilidad, y la mayor de las veces, uno espera que ellos se comporten ante determinada situación, de manera tal como lo hacemos los adultos, y la verdad es que ésta una aspiración que aunque legítima, es prácticamente imposible, por el simple hecho de que ambos, jóvenes y adultos, vivimos juntos pero en mundos diferentes.

No deseo con lo antes expresado, decir o dar a entender que todas las conductas y actitudes de los jóvenes deban ser justificadas, sino simple y sencillamente que los adultos, por el hecho de ya haber sido jóvenes, estamos mas capacitados para ponernos en lugar de ellos y tratar de analizar las cosas desde su particular punto de vista, mientras que a la inversa, a un joven no se le puede pedir que piense y actúe como adulto, por la sencilla razón de que no lo es.

Debemos recordar que un día también nosotros tuvimos esa hermosa edad, y que en nuestros corazones latieron las dudas y las desesperanzas, los anhelos y las frustraciones, las inquietudes y los temores, y nunca, resolvimos nuestros problemas como adultos, sino siempre en la dimensión del carácter de nuestra edad.

En efecto, en el ser interior de un joven, laten una infinidad de situaciones difíciles de medir y cuantificar, y quienes no tratan a jóvenes, o lo hacen con poca frecuencia, no sospechan siquiera los torbellinos y tempestades que anidan en su corazón y les templan el carácter, por el hecho de haber olvidado los afanes que pasaron, razón por la cual, de manera inadvertida, no comprenden al joven en su totalidad.

El carácter se inicia con la voluntad y el conocimiento de nuestras virtudes y defectos, una de las cosas mas difíciles del ser humano, pues por lo general, el hombre tiende a ser complaciente con si mismo y a justificar errores y negligencias.

En general, todos los seres humanos debemos aprender a convivir con nuestros semejantes, y más los adultos frente a los jóvenes y viceversa por el hecho de que manejamos nuestros valores y capacidades de manera diferente; el joven, abrevando la experiencia, y el adulto, por su parte, revitalizando sus capacidades. Esta es una buena manera de empezar a conocerse a sí mismo, siendo la clave de como el joven empezará a ser el artífice de su destino y con sus acciones derivadas en costumbres, formará y templará un carácter, que lo dotará de fortaleza espiritual para sortear todos los obstáculos. ¡Amigo adulto, hay que aprender a tiempo a comprender a los jóvenes, antes de que ellos lo sean, y nosotros ya no tengamos la oportunidad por haber pasado el umbral de la tercera edad. ¿No lo crees así? (JM) Desde la Universidad de San Miguel

udesmrector@gmail.com

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