domingo, 10 de febrero de 2008

Reflexiones

LOS AMIGOS SON COMO UN TESORO

Jorge Meléndrez

Una de las grandes satisfacciones que tiene el ser humano en su vida cotidiana, es la seguridad de contar con grandes amigos, amigos verdaderos en toda la extensión de la palabra, pues la verdadera amistad no se mide ni en sana distancia y en sana cercanía, sino en un sentimiento de solidaridad y de compartir gustos, tristezas y alegrías, aunque muchas veces quedamos en lo anecdótico, la broma, el buen momento ó pasivamente en disposición para lo que se ofrezca. La esencia principal de la amistad, radica en los valores que son el cimiento de las relaciones duraderas, porque el tener amigos sobrepasa con mucho la superficialidad de tener conocidos.

Con el paso del tiempo, la amistad se fortalece sin darnos cuenta, la convivencia ha traído consigo aficiones, gustos e intereses en común, compartiendo preocupaciones, alegrías, tristezas, y la seguridad de contar con un apoyo incondicional. Así es la verdadera amistad, pues el amigo sufre y llora con nosotros y comparte nuestras penas, con la misma intensidad como comparte nuestras alegrías.

En nuestra casa, nos consideramos privilegiados, pues con frecuencia recibimos la visita de verdaderos amigos, con quienes no caben los protocolos ni los eufemismos, simple y sencillamente nos deleitan con su presencia y nos contagian con su entusiasmo. Hoy viernes tuvimos una visita de esta naturaleza, una amiga que llegó con su paso firme y su mirada tierna, y sin mediar explicaciones, nos llenó de presentes exquisitos. ¡Gracias Elida por tu amistad!

Debemos dar gracias a Dios de que existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad, mejor dicho causalidad de haberse cruzado en nuestro camino. Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo pasar el tiempo y hay otras en cambio, que apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Algunos son como las hojas de un árbol, del árbol de nuestra vida, donde los primeros amigos incondicionales son nuestros padres, que nos muestran lo que es la vida, luego valoramos a nuestros hermanos, con quienes en ocasiones nos une una buena amistad y con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros, y luego, el tiempo nos enseña, a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien, esos son nuestros verdaderos amigos.

A muchos de ellos los denominamos amigos del alma y del corazón, pues son sinceros e incondicionales pues saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz y lo que necesitamos sin que se lo pidamos.
Un amigo(a), es como un bálsamo a nuestras penas, un brillo de alegría a nuestros ojos, una música para nuestros oídos y muchas veces, una oración para nuestras angustias, pues acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca. También hay amigos distantes, sobre todo aquellos que están en la punta de las ramas de nuestro árbol y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra y aunque no los vemos seguido están siempre cerca en nuestro corazón.

El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestras vidas.

Cada persona que pasa en nuestra vida es única y siempre, siempre, deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros, sin embargo, habrá también los que se llevarán mucho y, habrá de los que no nos dejaran casi nada. Esta es la situación en la que se comprueba que dos almas no se encuentran por casualidad.
Es de gran utilidad considerar la gran importancia que tienen los valores para fortalecer el valor de la amistad, entre los más importantes se encuentran la congruencia, la flexibilidad y el respeto. La congruencia con el fin de mostrar una personalidad única con todas las personas y en todos los ambientes, la flexibilidad para saber como entender nuestras diferencias y el respeto, para entender que son precisamente las diferencias lo que nos une y no lo que nos separa, y no pretender que sean a nuestra imagen y semejanza.

Así es la amistad, un tesoro de valor inexplicable, pues nos facilita la comunicación y permite a su vez acrecentar nuestro círculo de amistades. Debemos tomar en cuenta que una amistad de conveniencia, no será nunca una amistad verdadera, pues el valor intrínseco de la amistad es la incondicionalidad con la que se prodiga. JM Desde la Universidad de San Miguel.

udesmrector@gmail.com

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