sábado, 25 de octubre de 2008

Reflexiones

ACERCA DE NUESTROS ESTADOS DE ÁNIMO

Jorge Meléndrez

Con demasiada frecuencia advertimos que nuestra vida gira alrededor de nuestros estados de ánimo, situación que carece de importancia cuando el origen de los mismos esta en el contexto de nuestras emociones positivas como son el amor, el respeto, la verdad, la generosidad, y la solidaridad con nuestros semejantes, pues estos son estados de animo edificantes para nuestro cuerpo y nuestro espíritu.
En cambio, sí debemos preocuparnos cuando los estados de ánimo que circundan nuestras acciones cotidianas, o que de alguna manera funcionan como controladores de nuestras decisiones, están basados en cúmulos de emociones negativas, que si las dejamos crecer, se convierten en elementos discordantes y perniciosos para nuestra salud y desarrollo personal. Deseo centrar mi atención y comentarios en algunos de esos estados de ánimo que cuando los dejamos crecer, nos trastocan la vida y nos laceran el alma. Uno de ellos es el desaliento, otro más es el resentimiento y otro más es el miedo.
El desaliento ha sido señalado por muchos estudiosos de la conducta humana como algo que nos impide desarrollarnos como seres humanos en plenitud, ya que actúa como un freno emocional que nos limita en el conocimiento y por lo mismo, nos coloca en la pusilanimidad.

A causa del desaliento desajustamos nuestros propósitos de vida y nos perdemos en las vicisitudes de lo cotidiano, pues abandonamos todo intento de lucha por salir adelante. El desaliento es un estado de ánimo pernicioso por el simple hecho que nos embarga y nos hace relacionarnos con nosotros mismos y con nuestro mundo desde la resignación.

Hay algo que interpretamos como inmutable en nosotros mismos y en el mundo en que nos ha tocado vivir; es algo que nos resulta negativo, frente a lo cual no podemos abrir posibilidades nuevas y distintas. Nos sentimos condenados a futuro a vivir en este estado negativo.

El resentimiento por su parte, es una emoción negativa que a diferencia del desaliento está enfocado a otros, es el estado de ánimo que nos ayuda a justificar nuestras malas acciones en contra de los demás y es, metafóricamente hablando, la viga en el ojo propio con el cual cubrimos y nublamos nuestra vista para no ver las cualidades de quienes nos rodean y frente a quienes nos sentimos lastimados por el simple hecho de no pensar, decir o hacer las cosas como nosotros pensamos.

El resentimiento tiene como antecedente la soberbia y juntos anidan al rencor hacia determinadas acciones, situaciones o personas. El resentimiento debemos verlo como un veneno que tomamos diariamente en pequeñas dosis, y que sin darnos cuenta, llegará el momento que limitarán nuestra existencia. Es un veneno que saboreamos sobre todo cuando rumiamos nuestros recuerdos negativos sobre alguien con quienes nos unieron lazos afectivos. Así es, nadie tiene un resentimiento sobre alguien, si no hubo de por medio un afecto positivo. Así de pernicioso es este estado de ánimo, el cual debemos identificar plenamente para desterrarlo de nuestra alma.

Respecto al miedo, podemos decir que este es une sentimiento o estado de ánimo que surge cuando nos dejamos llevar por lo desconocido, cuando perdemos la perspectiva de las cosas y lejos de analizarlas con objetividad sentimos una perturbación angustiosa en nuestra vida, originada por un riesgo o perjuicio real o imaginario.

El miedo ha sido definido también por estudiosos de la psicología transpersonal, como la aprensión, recelo o incertidumbre que uno tiene por que los resultados que uno desea, sean contrarios a los esperados y en nuestro perjuicio. Este sentimiento polariza y destruye toda capacidad de razonamiento y por lo mismo, nos impide ver las soluciones muchas veces al alcance de nuestras manos.

Estos tres sentimientos van de la mano, y muchas veces no podemos discernir sobre el nivel de la intensidad de cada uno. Algún caso típico de desaliento muchas veces se inicia con un miedo terrible a hacer mal las cosas, es una combinación de desconfianza en nuestras propias capacidades y finalmente caemos en un bache de resignación de que no podemos ser como quisiéramos.

Y es ante esta situación de miedo o temor y desaliento o desconsuelo, que lejos de fincarnos responsabilidades a nosotros mismos, volteamos los ojos a terceras personas a quienes culpamos de nuestras frustraciones, y entonces completamos la triada, con el resentimiento o el rencor.

Debemos aprender a estar conscientes de que somos seres humanos sujetos a estas situaciones y por lo mismo, a estar alertas para llenarnos de fortaleza para seguir adelante, y vencer el desaliento, tener confianza en nosotros mismos y seguridad en nuestros talentos y capacidades y sobre todo en nuestra disposición de aprender para vencer los miedos a lo desconocido, y sobre todo, respeto y amor por nuestros semejantes para no dejar entrar en nuestro ánimo las malas ideas y pensamientos negativos. JM Desde la Universidad de San Miguel.
udesmrector@gmail.com

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