lunes, 10 de marzo de 2008

Reflexiones

NUESTRO EQUIPAJE DE VIDA

Jorge Meléndrez

Al momento de nacer, los seres humanos ya traemos consigo parte de nuestro equipaje de vida; primero, un código genético que de alguna manera nos condiciona aspectos de nuestro carácter y personalidad para nuestra vida adulta y después, todo aquello que vamos adquiriendo en cada una de las etapas de nuestra vida. En realidad, nuestra maleta inicial no requiere más cosas, pues es a partir de nuestro arribo al mundo, como iremos adquiriendo todo lo necesario, incluso, todo aquello que poco necesitaremos.

Durante los primeros años de vida, serán nuestros padres quienes elegirán para nosotros lo que consideran necesario, así, iremos a una escuela primaria para aprender las primeras letras, después en la secundaria y el bachillerato. Poco a poco, nos vamos desprendiendo de la influencia de los padres, y nuestro equipaje se va conformando también con las experiencias que adquirimos en nuestra incipiente vida social, hasta llegar a nuestra juventud y todo lo que ello implica incluyendo nuestra vida universitaria o laboral.

En esta última etapa de nuestra vida, es cuando debemos empezar a valorar todo aquello que tiene que ver con nuestra vida espiritual y cercanía con Dios, pues es momento de templar el carácter que nos hará tener la fortaleza suficiente para subsanar todas las dificultades que habremos de enfrentar. Es una etapa de forja y construcción de lo que será nuestra vida adulta y las responsabilidades que deberemos enfrentar si queremos una vida plena y feliz, tanto en nuestras relaciones laborales como familiares. Después de esta etapa, el aprendizaje se torna difícil, y por lo mismo, nuestro equipaje empieza también a ser más ligero.

Hay una breve pero aleccionadora historia que nos ejemplifica muy bien el tamaño de nuestro equipaje en nuestra edad adulta, y sobre todo, la actitud que debemos asumir frente a las cosas materiales que muchas veces nos causan un gran apego y por lo mismo una gran aflicción. Esta historia es la siguiente:

“Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la Ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de aprender los usos y las costumbres de este pueblo milenario. Allá, le toco conocer a un hombre muy respetable y respetado por todos por su gran sabiduría y además, por su enorme riqueza tanto material como espiritual; sin embargo, a pesar de su riqueza material, el turista se sorprendió al ver que aquel hombre vivía en una habitación muy modesta, pues solo se concretaba a un cuarto muy simple y lleno de libros, y donde las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un par de bancos. --¿Dónde están sus muebles? preguntó el turista. Y el Sabio, rápidamente, también preguntó: --¿Y dónde están los suyos...? --¿Los míos?, se sorprendió el turista. --¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso! --¡Yo también, concluyó el Sabio!”
La sabia respuesta de aquel hombre, nos lleva a buscar entender la forma como estamos llevando nuestro equipaje de vida, muchas veces con la actitud de tener y acumular sin percatarnos que la vida en la tierra es solamente temporal, y que la vivimos como si fuéramos a quedarnos aquí eternamente. Que a menudo olvidamos que la verdadera felicidad y realización personal, está en función de cómo tratamos a los demás y que el valor de las cosas y los momentos, no están en el tiempo que duran, sino en la intensidad con que se viven. Por eso existen momentos maravillosos, inolvidables, cosas inexplicables y personas incomparables. Hagamos solo como ejercicio mental, las siguientes reflexiones antes de abandonar esta vida.

1. Dios no nos preguntará el modelo de auto que tuvimos; nos preguntará a cuánta gente ayudamos.
2. Dios no nos preguntará los metros cuadrados de nuestra casa; nos preguntará a cuánta gente recibimos en ella.
3. Dios no nos preguntará la marca de la ropa en nuestro closet; nos preguntará a cuántas personas ayudamos y aliviamos su pobreza.
4. Dios no nos preguntará el nivel de nuestro salario; nos preguntará si vendimos nuestra conciencia para obtenerlo.
5. Dios no nos preguntará cuál era el título profesional que ostentamos; nos preguntará si hicimos nuestro trabajo bien y con honestidad.
6. Dios no nos preguntará cuántos amigos tuvimos; nos preguntará cuánta gente nos consideraba realmente como un amigo verdadero.
7. Dios no nos preguntará en qué barrio o colonia vivimos; nos preguntará cómo tratábamos a nuestros vecinos.
8. A Dios no le importará el color de nuestra piel; le interesará la pureza de nuestra alma.
9. Dios no nos preguntará por qué tardamos tanto en buscar la Salvación a través de su palabra; simplemente nos acogerá como un padre amoroso en el Cielo.
10. Dios no nos preguntará por el tamaño de nuestro equipaje, solo nos preguntará que hicimos con los talentos que nos dio.” (Fin de la historia)

Aleccionadora historia, verdad, digna de meditar y reflexionar. JM Desde la Universidad de San Miguel.
udesmrector@gmail.com

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