lunes, 21 de enero de 2008

Reflexiones

LA BENDICIÓN DE SER ABUELO

Jorge Meléndrez

El tiempo es un compañero inexorable en la vida de los seres humanos, siempre está con nosotros avanzando de tal manera que pareciera que no deja huella, sin embargo, está ahí, en cada arruga y en cada expresión de nuestro rostro recordándonos que tiene el poder del ahora, como lo tuvo en el ayer de nuestras vidas.

Ayer, teníamos la ventaja de planear para el largo plazo, sin embargo, hoy, en el umbral de la tercera edad, solo podemos hacerlo para pocos años, con la seguridad de que aquellos planes que hicimos antes, y que involucraban a nuestros hijos, tendrán hoy la continuidad deseada por el trabajo que ellos realicen con sus propios hijos, es decir, con nuestros nietos.

En realidad, no importa la edad que se tenga, pues la vida del hombre es como la de un árbol, donde sus ramas son los hijos y sus hojas son sus nietos. La gran diferencia estriba que debido a la edad en nuestros primeros años de matrimonio, no pudimos disfrutar plenamente a los hijos, por estar demasiado ocupados en fincar un patrimonio digno, sin embargo con el transcurrir del tiempo, terminamos disfrutando mucho más de nuestros nietos, como lo que son, una extensión de nuestros hijos y por ello parte de uno mismo, además de que tenemos mas tiempo para ellos y son quienes harán perdurar nuestra vida a través del tiempo.

Ser abuelo es una de las experiencias más maravillosas que Dios nos ha dado a las personas, pues tener en nuestros brazos a un pequeño a quien se reconoce como propio, es una sensación que conlleva mucho de alegría interna de vivir, pues es un pequeño ser que forma parte de nuestra descendencia, situación que le agrega a la vida de los abuelos, un sabor especial en la vida cotidiana. En ese sentido, es una bendición el ser abuelo.

Un nieto hace renacer en los abuelos el espíritu del niño que llevan dentro, pero que habían dejado muy atrás en el rincón de los recuerdos y al despertar ese espíritu infantil, les permite ver de nuevo lo maravilloso de la vida y de las pequeñas cosas que un día les causaron asombro y alegría, como por ejemplo, perseguir el vuelo de una mariposa, el color cambiante de una burbuja de jabón o los colores del arco iris.

A través de los ojos de un niño que lleva la sangre de los hijos y la propia, se ven cosas olvidadas de la infancia, que jamás se pensó que permanecían en la memoria. De pronto se sabe de nuevo cachar una pelota, brincar la cuerda o simplemente hacer gestos y gesticulaciones con el fin de representar a los personajes de un cuento; o bien, contar una historia donde el personaje principal sea el nieto a quién buscamos despertarle la imaginación y la risa espontánea. Ellos son los incansables héroes de los juegos y nosotros, los abuelos, quienes siempre terminamos rendidos y con dolor en las rodillas.

En realidad debo admitirlo, me resulta muy difícil tocar el tema de la bendición de ser abuelo, sin dejar de recordar las anécdotas que me han hecho vivir mis pequeños nietos David Alberto y Jorge Miguel, más ahora que ya están viviendo las experiencias de ir a la escuela y convivir con otros niños de su misma edad, advirtiendo que hoy en día, el Jardín de Niños resulta altamente beneficioso en el desarrollo emocional de los pequeños.

Tengo muchos y muy buenos amigos que coinciden conmigo en la bendición de ser abuelo, pues en muchas ocasiones en reuniones de café, siempre hay quién toca el tema de las gracias y peripecias de los nietos, y por lo general, terminamos aceptando que las actitudes y aprendizajes que tienen hoy en día los niños, se debe en gran parte a la influencia de la tecnología, sobre todo la Internet, la televisión y los celulares entre otros.

Yo creo que en cada abuelo hay una historia que contar y en cada nieto, un abuelo a quien admirar, pues generalmente, se es abuelo cuando las experiencias vividas nos permiten adoptar el papel de sabios frente a los nietos, que sorprendidos pueden ver y sentir que el abuelo sabe cosas que la vida le ha enseñado.

Los abuelos les damos a los nietos consejos, abrazos y anécdotas, sin embargo, no debemos olvidar que en esencia, es mucho más lo que los nietos pueden proporcionarle a los abuelos, siendo en esto último, donde radica la verdadera bendición de ser abuelos. JM Desde la Universidad de San Miguel.

udesmrector@gmail.com

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